jueves, 13 de mayo de 2010

HUÉRFANOS DE CERNUDA por Iñaki Echarte.

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(...)esa tristeza no habita en nuestro cuerpo, que esa tristeza está en Madrid, en sus calles como nervios, en las estatuas que coronan los edificios de Gran Vía, en los adoquines centenarios que pisamos sin garbo y pundonor. La tristeza está en los edificios de la Gran Vía, majestuosos, bellos y tristes, que, a veces, desaparecen al atardecer, cuando el sol se asoma todavía por encima de ellos y la Gran Vía se convierte en un destello cegador. La tristeza está en los baños de chicos del Fnac, del Corte Inglés, de todos los centros comerciales de Madrid donde las tristezas se unen, explotan y encharcan el suelo y las paredes. La tristeza está en los cuerpos abandonados y sucios que demasiado a menudo aparecen fugazmente entre las piernas de los turistas. La tristeza está en los compradores que, desde todos los puntos de la ciudad, se acercan al centro de Madrid. Cuerpos que nos parecen lejanos, cuerpos que dejamos atrás, respiren o no, estén a punto de dejar de respirar o lo hayan dejado de hacer hace horas. La tristeza está grabada a fuego en los cuerpos que caminan por la calle Montera, por Desengaño, por Loreto y Chicote, cuerpos que cuestan lo mismo, o menos, que una cena o que unos zapatos. La tristeza está en el fondo de nuestros ojos cuando volvemos de vacaciones, o cuando el despertador nos comunica, estridentemente, que es lunes otra vez. La tristeza está en el roce de nuestras manos, en el sonido de nuestros besos. La tristeza está en el traqueteo de los vagones del metro. La tristeza está en la suciedad de los zapatos al final del día. La tristeza está, debe estar, impregnada en el asfalto, en los adoquines, en las baldosas de las calles de Madrid. La tristeza está, debe estar, atrapada en el aire, en la atmósfera de Madrid. (...)
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Iñaki Echarte Vidarte, de Huérfanos de Cernuda. Desestructuración cuer(po)ética (O grelo, 2009).

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